¿Qué Creencias estamos Transmitiendo a Nuestros Hijos? Los seres humanos percibimos la realidad a través de nuestros sentidos y sólo captamos lo que ellos lo permiten (filtros neurológicos).
Esa información absorbida se adecua a lo que hemos aprendido y experimentado (filtros individuales y sociales).
Estos programas o modelos mentales que filtran la información percibida por los sentidos también las podemos llamar creencias.
En definitiva, llegan a ser los anteojos a través de los cuales vemos e interpretamos el mundo en que vivimos.
Para una mayor claridad de lo expuesto, resumiremos de la siguiente manera. La información captada del exterior sufre una serie de transformaciones que llevan a cabo nuestras creencias.
Estas creencias nos orientan a considerar la información como si fuera real, pero en sí mismas no lo son.
Estas creencias son desarrolladas, moldeadas o formadas principalmente en los primeros años de vida. Son adquiridas de nuestros padres, maestros y de personas que nos rodeamos.
También son adquiridas de la sociedad donde vivimos, de la televisión o de la religión que cada familia profese. Toda esta información se archiva en el inconsciente.
En los niños de 0 a 9 años están en edad de aprendizaje.
Sus cerebros funcionan en ondas cerebrales de baja frecuencia, lo cual indica que ingresa sin ningún filtro todo lo que escuchan, sienten y ven.
Son como esponjas que absorben toda la información. Se podría afirmar que su sistema de creencias o programas mentales, fundamentalmente, se diseña es su infancia. Así el cerebro de los niños.
Desde el nacimiento hasta los 2 años de edad, funciona en ondas delta, que son las ondas de menor frecuencia.
Por eso los bebes casi siempre están durmiendo y cuando están despiertos, funcionan desde el inconsciente.
De los 2 a los 6 años, los niños están en ondas zeta.
Estas ondas representan un estado similar al trance, caracterizado por el mundo de la imaginación.
A esta edad ellos demuestran muy poco indicio de pensamiento crítico y racional. Estas ondas cerebrales lentas son del reino del inconsciente y por este motivo, los niños son totalmente sugestionables.
De los 6 a 8 o 9 años, entran al mundo de las ondas alfas.
En esta etapa de desarrollo infantil, empiezan a desarrollar la mente analítica, que les permite interpretar y extraer sus propias conclusiones del mundo exterior.
Los niños de esta edad desarrollan una gran imaginación, porque pasan de la mente consciente a la inconsciente.
De los 8 o 9 a los 12 años y en adelante, la actividad cerebral aumenta a ondas beta, las cuales perduran en la adultez.
Después de los 12 años, la puerta entre la mente inconsciente y consciente se cierra.
Conforme los niños se acercan a la adolescencia, pasan de las ondas beta de rango bajo a las de rango medio y alto. Las características de estas ondas son similares a las de la mayoría de los adultos.

Si nuestras creencias moldean nuestra realidad, ellas tienen consecuencias directas de nuestra autoestima.
De las relaciones que llegamos a establecer, tanto personales como laborales.
Y de nuestras finanzas y comportamientos habituales constructivos y autodestructivos.
Además, tenemos tendencia a culpar a los demás de nuestros actos y no responsabilizarnos de los mismos, entre otras cosas.
Por todo lo expuesto, debemos considerar, evaluar y valorar qué tipos de creencias tenemos. Sobre todo, debemos evaluar cuáles de ellas estamos transmitiendo a nuestros hijos.
Es decir, que creencias están heredando de nosotros. Estos puntos trascendentales en la vida de nuestros hijos, les permitirá crecer o ser prisioneros de sus propias vidas.
Lo que muchas personas no saben ni se imaginan es que conscientemente podemos modificar nuestras creencias.
De esta manera, cambiaremos la manera de pensar y de ver al mundo haciendo un “up grade” a nuestras actividades diarias. Esto nos permitirá transformar nuestras vidas y principalmente la de nuestros hijos.
Este empoderamiento sólo se logrará tomando consciencia de lo que se piensa, se dice y se siente. Cambiemos conscientemente nuestras creencias limitantes a creencias potenciadoras.
“Tus creencias no son más que contratos sentimentales que firmaste con tu familia cuando eras un niño.”
Alejandro Jodorowsky
En conclusión
El transmitiendo nuestras creencias a nuestros hijos es un proceso continuo y esencial en su desarrollo. Sus creencias y modelos mentales se forman en los primeros años de vida.
Es importante ser conscientes de qué tipo de creencias estamos transmitiendo y cómo esto puede afectar su realidad presente y futura.
Tomar consciencia de nuestras creencias limitantes y transformarlas en creencias potenciadoras puede tener un impacto positivo en nuestras vidas y en la de nuestros hijos.
Es hora de vivir conscientemente y superar nuestros miedos para dar a nuestros hijos la mejor versión de nosotros mismos.
Vivir consciente superando los miedos.
Autora: Yhovana Carrion
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