¿Ley de atracción, qué tan cierta es? ¿Realmente atraemos cosas positivas con solo pensar en ellas? ¡Aquí te lo explicamos todo!
Frente a las creencias limitantes, esto es básicamente lo que dice la ‘ley de la atracción’: los pensamientos positivos atraen resultados positivos y una mente negativa atrae resultados negativos.
Según esta filosofía, los pensamientos son una forma de energía, como se afirma en “El Secreto” y en muchos otros libros.
Esta creencia sugiere que los pensamientos, conscientes e inconscientes, son unidades de energía capaces de devolver a la persona una cantidad de energía similar a la emitida.
Desde este punto de vista, los pensamientos pueden influir en la vida de las personas.
Origen
La ley de la atracción fue revelada por la escritora y guionista australiana Rhonda Byrne en su libro “El Secreto”, publicado en 2006.
En él se explica cómo a través de nuestras acciones y pensamientos se pone en marcha esta ‘ley universal’ para que todo lo que piensas suceda.
Es decir, recibes la misma frecuencia de energía que emites. Esta teoría fue formulada por el ocultista estadounidense William Walker Atkinson, un pionero del ‘Nuevo Pensamiento’.
Lo cierto es que la ‘ley de la atracción’ ha sido tan defendida como duramente criticada.
Este principio no tiene respaldo de la ciencia tradicional pero sí de la física cuántica.
Sus defensores sugieren que hay muchas razones por las que las personas pueden experimentar los beneficios de esta filosofía de vida. Algunos de ellos serían estos:
Practicarlo genera bienestar
Pensar en positivo, estar enfocado y creer que todo es posible puede abrir la puerta a nuevas posibilidades.
Cuando estás atento y enfocado en patrones positivos de pensamiento y comportamiento, tu vida puede cambiar porque la actitud es esencial.
Influencias del optimismo
Hay estudios que demuestran cómo las personas optimistas son más felices, tienen más éxito en la vida y gozan de mejor salud.
Además de contar con herramientas y recursos que minimizan el impacto de sus fracasos. Son capaces de revertir patrones negativos y crear nuevos patrones positivos que finalmente los ayuden a ser más felices.
Perspectiva abierta
La ley de la atracción te invita a ver el mundo desde una perspectiva abierta, a practicar y fomentar la empatía y a ser compasivo.
A centrarte en tus cosas y relacionarte con el entorno desde la amabilidad y la generosidad. Esta positividad que proyecta quien la practica, se refleja en el observador.
El hecho de proyectar calma, serenidad y alegría influirá en los demás y, posiblemente, en su actitud hacia ti.
Creencias limitantes
Se eliminan las creencias limitantes. El ‘no puedo’ desaparece de la mente de quien practica la ley de la atracción, quien también se centrará en el momento presente, buscando no anticiparse.
Espiritualidad
La ley de la atracción potencia la espiritualidad de las personas.
Ya que muchas personas creen que esta forma de pensar funciona porque Dios o el Universo son capaces de satisfacer nuestros deseos, cuando emitimos la energía adecuada.
Esta filosofía nos anima a ver la vida con gratitud por las cosas buenas que tenemos o nos pasan.
Emitir energía de alta frecuencia significa, según esta filosofía, centrar la atención en lo que se desea, sin angustiarse por ello, esperándolo sabiendo que ya está en camino.
Los defensores de esta ley defienden sus principios centrales:
Primero, lo similar atrae, lo que significa que las personas atraen a las personas que son similares a ellas.
En segundo lugar, para que llegue algo bueno, primero debes dejar un vacío fértil, debes eliminar lo negativo para dejar espacio, ya que nunca quedará vacío.
Y por último, te invita a centrarte en el momento presente, mientras llega lo que esperas, y hacerlo lo mejor posible.
La ley de la atracción también tiene muchos detractores que cuestionan su validez y señalan la falta de evidencia científica. Entre las críticas destacan que invita a la reflexión pero no tanto a la acción.
Que se centra excesivamente en el mundo material, no invita a la elaboración de un plan para alcanzar los objetivos propuestos, ni trabaja en plazos concretos.
Es posible que pedir y desear con determinación pueda ayudar a conseguir los objetivos.
Pero para algunos parece claro que querer algo puede no ser suficiente para conseguirlo, lo que quizás se conseguiría con un plan de acción que conduzca al objetivo.
Tal como decían los monjes benedictinos con su famosa expresión latina ‘ora et labora’: orar sí, pero trabajar también.