Aunque en nuestra sociedad prive lo individual sobre lo colectivo, somos seres sociales. Necesitamos amar, que nos amen, sentirnos aceptados y tener buenas relaciones interpersonales.
El avance tecnológico ha permitido que estemos más conectados, pero paradójicamente más solos, estableciendo muchas veces tipos de relaciones impersonales.
Incluso en momentos que pasamos rodeados de gente, nos sentimos solos, muchas de las veces no conectamos y estamos sin estar.
Otras veces necesitamos plegarnos sobre nosotros mismos y descansar de los excesos de relaciones. Como he dicho con anterioridad, somos seres sociales, necesitamos del vínculo para sobrevivir.
Se ha comprobado que los bebés ingresados en un orfanato, donde sólo eran alimentados y carecían de una figura afectiva que los mirara, hablara, sonriera o tomara en los brazos, se dejaban morir de un síndrome que se acuñó como marasmo hospitalario.
Podemos decir entonces que nos gobiernan los vínculos.
Por eso es tan importante la buena gestión de nuestras relaciones, el saber desarrollar competencias y habilidades, y porque de esto también dependerá gran parte de nuestra felicidad y también nuestra salud.
Venimos de milenios de unirnos en el amor, de necesitarnos los unos a los otros para la vida, de formar familia, tribus, grupos y naciones.
La manera de conectar realmente con el otro es abriendo nuestro corazón y confiando en el otro, todos somos valiosos e igual de dignos, y nos sentimos mejor cuando en nuestro interior renunciamos a la mente comparativa que señala a unos como mejores y a otros como peores.
Lo que nos ayuda a incrementar nuestra inteligencia emocional es exponernos más a experiencias de relación y diversidad.
Así, aumentamos nuestra flexibilidad y nos permite aceptar al otro tal cual es, ponernos en su lugar, calzarnos sus zapatos y posesionarnos desde la tolerancia.
Otra clave importante es la forma de comunicar. Si además de comunicar de forma positiva y clara se hace desde el respeto y la aceptación, nos convertiremos en un líder carismático.
Otro punto importante es ofrecer reconocimiento, ya que todos necesitamos ser reconocidos y reconocer a los demás, y ser vistos como seres únicos y singulares.
Dar y recibir, podríamos decir que esa es la cuestión.
En cualquier relación significativa, bailamos una danza de acercamiento y alejamiento según nuestras necesidades y la de la otra persona, y nos exponemos a ese intercambio de dar y recibir que nos hace crecer y sentir bien.
Lo que al fin nos nutre como seres humanos es nuestra pertenencia al grupo y sentirnos en contacto con los demás, dar y recibir, amar y ser amados.
Todo tiene un sentido cuando incluye a los demás y de este modo, se sirve a la vida, que va más allá de nosotros mismos, extendiéndose en un sentido mayor.

Hebe Casarotto Bullones
hebepsicologia.blogspot.com