Hoy te traemos 9 Apuntes sobre el Vicio de Quejarse para que dejes de hacerlo. ¡Esperamos que te sean útiles y los disfrutes!
Lo primordial es que, si tienes un victimista crónico en tu círculo cercano has de intentar que no te enrede en su juego de manipulación.
Se pasan el día lamentándose. Asumiendo su rol de víctimas y tratando de llamar la atención de su entorno.
Basta con hacerle saber que sus lamentos siempre son los mismos. Y que lo valiente en esta vida es intentar hallar soluciones.
Los victimistas crónicos emplean una serie de tácticas que para conseguir que otra persona se sienta culpable. Veamos cuáles son sus estrategias.
9 Apuntes sobre el Vicio de Quejarse
1. Siempre tratan de ridiculizar y descalificar cualquier argumento del “enemigo”
Asumen el papel de víctima en una discusión, de modo que el adversario quede como una persona autoritaria, extremista y agresiva.
La disciplina que estudia las argumentaciones conceptualiza esto como “retórica centrista”. Y es una táctica que pretende presentar al enemigo como un radical, en vez de refutar o mejorar sus argumentos.
2. El victimista intenta proyectar sus errores en el adversario
El discurso de la persona victimista está enfocado a evadir su responsabilidad para intentar evitar pedir perdón por algo que ha hecho mal.
Para ello, intentará salir de la situación como pueda. Una de sus frases típicas es “Me estás culpabilizando por haber dado mi simple opinión, no tiene sentido seguir discutiendo con alguien así”.
Y lo normal es que abandone el lugar de los hechos sintiéndose “ganador”.
3. Usan las dudas y flaquezas de las otras personas en su propio beneficio
Las personas que van de víctimas tienen una gran capacidad para reconocer emociones, y van fraguando la situación para que el otro asuma el papel de verdugo y ellos se afianzan en la posición de víctimas.
El chantaje emocional también es una estrategia de manipulación típica de las relaciones de pareja.
4. Existen personas que hacen gala de un victimismo crónico
El victimista agresivo no solo culpa a los demás y se lamenta por todo. Alimentan una serie de malos sentimientos, tales como el rencor o la ira, que pueden degenerar en un victimismo agresivo.
Además, suelen exagerar inconscientemente lo negativo.
5. Victimismo y pesimismo van de la mano
Uno de los perjuicios más claros es la visión pesimista de la vida que acarrea el victimismo crónico.
Crean un entorno de malestar y desconfianza tanto para la persona que siempre se queja como para las personas de su alrededor.
6. Deforman sistemáticamente la realidad
Las personas con victimismo crónico creen sinceramente que toda la culpa de lo que les ocurre es culpa de otras personas; nunca asumen responsabilidad alguna por sus acciones.
El problema de fondo es que ven la realidad de forma distorsionada. Tienden a pensar que tanto las cosas positivas como los malos momentos dependen de causas externas a su voluntad.
7. El lamento constante les refuerza
Los individuos victimistas creen que su situación personal se debe a los malos actos de los demás y de las circunstancias, por tanto no se sienten responsables de nada de lo que les ocurre.
No son capaces de pedir ayudar a nadie, se limitan a lamentarse por su mala suerte. Esto no es otra cosa que una búsqueda inconsciente de atención y protagonismo.
8. Creen que los demás siempre actúan de mala fe contra ellos
El estado de víctima permanente también va muy asociado a una actitud desconfiada.
Por esta razón inspeccionan al milímetro cualquier detalle o gesto de las personas de su alrededor intentando descubrir algún agravio, por pequeño o inexistente que sea, para reforzarse así en su rol de víctimas.
Son muy susceptibles con el trato que los demás les dispensan, exagerando cualquier pequeño detalle hasta un límite patológico.
9. Las personas con victimismo crónico están plenamente convencidas que no son culpables de nada
Este es el último apunte sobre el vicio de quejarse. No son capaces de hacer autocrítica sobre su actitud o sus acciones.
Son incapaces de aceptar crítica alguna y, por supuesto, están lejos de poder reflexionar sobre su actitud o sus actos para poder mejorar en alguna faceta de sus vidas.
Se muestran intolerantes ante los fallos y defectos de otras personas, pero sus propios errores los perciben como nimios y, en cualquier caso, justificables.
Susan Castro Rodríguez
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