QUINTA TÉCNICA DE RELAJACIÓN
Adóptese la posición en pie, como en el segundo ejercicio, teniendo presente que cuando se, está en pie o se anda, el peso del cuerpo se ha de apoyar sobre la punta de los pies, o en otros términos, el peso del cuerpo se ha de balancear, y al poco tiempo se notará con asombro que el cuerpo no tiene peso. Subir y bajar escaleras todo el día podrá considerarse un placer y aun se tendrá la idea de que sería muy agradable dejarse deslizar por el pasamanos ¡se es tan feliz y tan ligero! Nuestros discípulos, después de haber trabajado todo el día, regresan a casas deslizándose por las calles como si tuvieran alas. Observémosles; sus semblantes sonrientes demuestran salud y alegría; la juvenil apariencia, belleza y simetría de sus cuerpos se acrecenta de día en día. A la tercera o cuarta lección han comprendido que no debían someterse a la sujeción de corsés y otras falacias y los han suprimido. Nuestros discípulos pueden probar que aunque no prestamos especial atención al desarrollo de los músculos, éstos se desarrollan de un modo natural, debido a la corrección de la respiración y concentración mental.
Como hemos dicho, para practicar el quinto ejercicio se ha de estar en pie, como en el segundo ejercicio; en seguida alárguense los brazos hacia adelante empleando el poder de la voluntad, que es el pensamiento: “Así sea” o, “hágase así”. Al mandato de la mente, teniendo los músculos relajados, la columna vertebral más firme que nunca y un aire tan independiente y altivo como el de un monarca o potentado, las funciones del cuerpo responderán. Tan pronto como se haya practicado el ejercicio preliminar, inhálese gradualmente y simultáneamente, obedeciendo a la voluntad; pónganse los músculos de los brazos tensos, pero sin esfuerzo. Las manos deben permanecer flexibles; la tensión solo debe alcanzar hasta las muñecas. Al exhalar, relájense los músculos de nuevo; esto se ha de, repetir tres veces; tres inhalaciones y tres exhalaciones. A la cuarta inhalación deben extenderse los brazos a los lados del cuerpo, un poco hacia atrás y exhálese, inhálese y exhálese dos veces más y, al volver a inhalar, que será la séptima vez, pónganse los brazos en su primera posición, pero las manos enfrente una de otra, sin que deban tocarse las puntas de los dedos, no porque esto pueda perjudicar sino porque puede ocasionar sensaciones desagradables después de algún tiempo de práctica. Al principio sólo se percibe un hormigueo especial, pero más tarde, si los dedos se tocan, se sienten unos choques que deben evitarse. Lo que se desea es distribuir fluidos fosfáticos a las extremidades de las manos y más tarde a las otras extremidades del cuerpo, para igualar las condiciones eléctricas del mismo y excitar centros nerviosos que han permanecido siempre inactivos a causa del choque que sufrieron, en la época del nacimiento, cuando el cordón fué cortado de un modo violento y anticientífico por inexpertas manos de comadronas o médicos.
Al adoptar y practicar nuestro sistema no debemos entusiasmarnos refiriendo a todo el mundo los maravillosos resultados que obtenemos por su práctica. Nuestros inquisitivos amigos no dejarán de notar nuestro gran cambio y se cuidarán de preguntarnos qué método empleamos para conservarnos jóvenes y sanos. Ellos vendrán a nosotros, ansiosos de que les instruyamos, como María, sentada a los pies del Maestro, escuchaba arrobada sus gloriosas palabras, y nos suplicarán que les conduzcamos al manantial de donde manan tan milagrosas aguas. Nuestro deber es indicarles el camino para que puedan gozar de sus beneficios.
El presente ejercicio no debe practicarse más de tres veces diarias, ni emplearse más de siete inhalaciones e igual número de exhalaciones. Es un ejercicio tan intenso que si se ejecuta con exceso, los dedos arden.
Después de algún tiempo de práctica, al estar en la obscuridad se notará un brillo fosforescente en la punta de los dedos. Para que esto no ocurra deben cerrarse fuertemente las manos después de practicado el ejercicio y así se evitará que la gente se alarme y se imagine que se interviene en fantasmagorias, cuando por el contrario nuestro objeto es que nos apartemos de toda, superstición y aprendamos a interpretarlo todo en su verdadera esencia. Los fenómenos, por imponentes que parezcan, se basan en leyes naturales y se presentan en relación a ellas. Cuando estas leyes sean comprendidas, lo misterioso no será por más tiempo origen de ideas supersticiosas y equivocadas creencias.
Fuente: www.mazdeen.com