TERCERA TÉCNICA DE RELAJACIÓN
Tómese la misma posición que en el primer ejercicio, asegurándose de que la posición es firme y de que los dientes están separados y la lengua en laxitud perfecta descansa en la parte inferior de la boca, no porque necesite descanso sino para que el aire pueda pasar fácilmente. También ayuda a fortificar la laringe y la voz mejora volviéndose más clara y melodiosa, a medida que se siguen practicando los ejercicios.
Colóquese en el suelo a una distancia como de un pie de la punta de los pies del que practique el ejercicio, un objeto obscuro y mate, digamos una moneda de cobre de diez céntimos, no porque intentemos concentrar sobre dinero, nada de eso, no son dollars lo que pretendemos conquistar sino sentidos y quizá por esta razón escogemos unos céntimos que no pueden sugerir grandes ideas de dinero, además de que sentándose y concentrando sobre él, el dinero no vendría; para alcanzarlo es preciso algunos movimientos. Muy pocos son los que consiguen poseer lo que puede alcanzarse por dinero; pero salud, comprensión, inteligencia y todos los atributos de una noble existencia no pueden comprarse; han de adquirirse por asiduo trabajo y concentrando en su verdadera naturaleza.
Fíjese la mirada en la moneda sin perder de vista, cualesquiera que sean los movimientos del cuerpo. Cúidese de tener todos los músculos laxos, la columna vertebral erguida y firme y de no hacer presión con las manos sobre los miembros inferiores. Practíquese la respiración preliminar, esto es, inhalaciones y exhalaciones cortas cuatro o seis veces y al final exhálese todo el aire que sea posible sin permitir el menor esfuerzo; después inhálese plenamente, pensando al mismo tiempo en las palabras: “Aliento es Vida”. Al exhalar, pensando siempre “Aliento es Vida””, inclínese el cuerpo hacia adelante, la vista fija en la moneda (de la que no debe separarse mientras dure el ejercicio) y la cabeza estable con el movimiento del cuerpo. Este movimiento contribuye a reducir el volumen de las caderas, ensancha el diafragma y el cuerpo adquiere forma más esbelta y graciosa.
Para evitar la posibilidad de distraerse con ideas extrañas, acentúese al inhalar la palabra “Aliento”, pero no las otras dos de la frase; inclínese el cuerpo hacia adelante, como se ha dicho, hasta que las costillas flotantes estén casi en contacto con los miembros inferiores. Se ha de tener presente que el abdomen se ha de tener un poco hacia adentro en todos los ejercicios.
Cuando se ha alcanzado el punto máximo de inclinación, reténgase el Aliento repitiendo “Aliento es Vida”, acentuando la sílaba “es”. Evítese tensión de músculos del pecho o laringe, reténgase el Aliento repitiendo mentalmente la misma frase, un poco más deprisa para cubrir el espacio de cuatro segundos; exhálese en seguida repitiendo “Aliento es Vida”, acentuando la palabra “Vida” y levantando el cuerpo a su primera posición. Al exhalar debe expelerse por completo el aire de los pulmones, con precaución y cuidado.
Este ejercicio debe practicarse de una a tres veces diarias por espacio de tres minutos cada vez. Los ejercicios deben practicarse de espaldas a la luz y en habitación bien ventilada. El movimiento de inclinación de este ejercicio ha de durar siete segundos, la retención del aliento cuatro segundos y al exhalar siete segundos, o algo más, si es posible, volviendo a la primera posición.
Aún sin querer incurrir en la menor extralimitación, se suelen alargar un poco los minutos dedicados a los ejercicios. Preferimos que se acorten a que se alarguen.
Cualquier superavit de energía eléctrica que se genere por el trabajo respiratorio, el sistema lo acumulará en el bazo, para emplearla si es necesario en cualquier emergencia.
Puede ocurrir que el sistema no esté suficientemente entrenado para conservar exceso de fuerza eléctrica y las vibraciones de los centros nerviosos están expuestos a tener que transferir su actividad a las células cerebrales que se hallan bajo el directo dominio de las facultades imaginativas. Por ésta causa, algunos temperamentos se vuelven meditabundos, condición que no nos gusta favorecer, porque el objeto de nuestro trabajo es conseguir por medio de la concentración el mayor bienestar físico, moral e intelectual. No debemos permitir que se establezca un estado de aparente felicidad para satisfacer la naturaleza sensual.
Como hemos dicho repetidas veces, nuestros ejercicios son medios para un fin y en cuanto se haya obtenido el desarrollo deseado no será necesario practicarlos de un modo rutinario. Este estudio es como el estudio de la armonía. Cualquier método que se adopte debe continuarse hasta llegar a saber lo que enseñan los maestros. Al principio deben observarse estrictamente las reglas; pero en cuanto se llega a dominar la armonía pueden alterarse en apariencia y entrando en el dominio particular, establecer si se quiere reglas propias. Hasta entonces debe seguirse al maestro practicando con fe y constancia los ejercicios, si verdaderamente se desea alcanzar beneficios de esta noble enseñanza.
Fuente: www.mazdeen.com