¿Alguna vez estuviste encerrado en ti mismo y después te diste cuenta qué había más cosas de las que imaginabas más allá de tu mirada? Eso lo aprendí al volar y soñar.
¡Sí! Volé en avión por primera vez y fue una experiencia increíble.
Me propuse disfrutar cada imagen que veía a través de la ventana. Mi primera impresión fue sentirme muy pequeña dentro de la aeronave. Pero no fue sólo ahí, me pasó lo mismo al mirar la tierra desde el aire.
Me sentí tan diminuta en un mundo maravilloso, digno de admirar y cuidar. En ese momento, decidí transmitir con palabras todo lo que sentí en ese primer vuelo.
No fue sólo el acto mismo lo que me llevó a estar redactando estas letras, sino todo el contexto que se creó a partir de él. Tenía miedo, nervios, ansiedad, alegría, una mezcla de sentimientos encontrados en un mismo cuerpo: el mío.
Lo que me hizo reflexionar más fue el transcurso del vuelo. Allí donde el miedo desaparece, los nervios cesan, la ansiedad se termina y la alegría se incrementa al estar viviendo algo único e irrepetible (porque vuelos habrá más pero cada uno será diferente).
Aquí encontré una gran similitud con la vida: la importancia de valorar cada momento y el goce del camino por el que se desarrollan nuestros sueños hasta convertirse en realidad.
Cuesta comenzar algo nuevo, aparecen diversos sentimientos a favor y en contra de uno mismo. Cuando empezamos a transitarlo, esos pensamientos van cambiando y evolucionamos si realmente queremos. Luego, se cumple el objetivo y nos deja una gran satisfacción personal.
¿Qué nos queda además?

La experiencia, las vivencias, los momentos compartidos, el logro por habernos animado a hacer algo nuevo, el tiempo con uno mismo, el descubrimiento de capacidades y aptitudes que no imaginábamos poseer, el deseo y la convicción de lograrlo y muchas cosas más.
Entonces, en ese momento, abrí bien los ojos, mi mente estaba abierta a recibir la información que derivaba de ellos. ¿Qué vi? Parte de un planeta (igual de pequeño que yo dentro de una galaxia) bello tanto de arriba como desde abajo.
¡Cuánto hay por conocer y descubrir! Me dije a mí misma.
Recordé todas las veces que estuve ciega mentalmente, eligiendo estar en un mismo sitio, suponiendo que mi felicidad estaba allí dónde creía.
Y claro, cuándo uno mira en una sóla dirección corre el riesgo de equivocarse, pero lo importante es no auto-convencerse que no se puede ser feliz por no haberlo sido en ese momento, en ese lugar.
Ahora me doy cuenta que existe mucho más de lo que pienso, que mi mirada se amplió al volar y que lo que se necesita es prestar atención.
A cada detalle que la vida nos ofrece día a día, a cada palabra que oímos de personas que nos quieren, nos ayudan o nos sirven de inspiración para seguir adelante, a cada acción favorable que sirve para crecer, mejorar y proteger un mundo que gira continuamente y se deteriora.
¿Estás listo para volar y soñar? ¡Qué vueles alto!
Por Dana Plaza
www.pasionyamorenletras.com.ar
- Puedes seguir leyendo “Frases de la Psicología Transpersonal“.